Los elementos químicos que forman la materia ordinaria, que nos ofrece forma tanto a nosotros como a la radiación galáctica, son sintetizados mayoritariamente en el núcleo de las estrellas mediante reacciones de fusión nuclear. Un estudio nuevo llevado a cabo por la escuela de Medicina de la Universidad de California (EE.UU.) concluye que los rayos galácticos pueden provocar daños cerebrales permanentes, un descubrimiento con secuelas directas sobre los astronautas que vayan a efectuar viajes espaciales de extendida duración. “Cuantas más partículas hay, mucho más grave es la tormenta”, afirma Joachim “Jimmy”, coautor del estudio.
Hasta el momento, sólo se había podido mostrar una pequeña una parte de esta enorme cubierta de partículas solares en el interior del escudo imantado de la Tierra. Merced a los datos de New Horizons sobre los átomos de gas ionizados procedentes del medio interestelar, los autores del estudio pudieron medir la manera de la heliosfera distinguiendo entre estas partículas lejanas (mucho más calientes) y otras partículas de los vientos solares (más frías). Apartando estos 2 fluidos, han logrado hacer un modelo en tres dimensiones de esta burbuja que recuerda a un cruasán. Por una parte, las naves del programa Vogayer, lanzadas en los años 70 para estudiar el sistema del sol exterior, fueron las únicas en atravesar la heliopausa, el límite de nuestra burbuja protectora y el espacio interestelar.
El Escudo Con Forma De Cruasán Que Nos Protege De La Radiación Galáctica
Parte importante de los rayos galácticos que nos llega proceden de fuera de nuestro sistema del sol. Y viajan a través del espacio con una gran energía hasta impactar con los átomos presentes en las capas superiores de la atmósfera de nuestro planeta. El campo imantado terrestre actúa como un escudo contra el bombardeo continuo de partículas del Sol.
La procedencia de este fenómeno podría situarse en “galaxias activas, galaxias con estrellas en capacitación, explosiones de rayos gamma o estrellas con campos imantados increíblemente fuertes, como los magnetares y otras estrellas de neutrones”, ha asegurado Zas. “Es un escenario por descifrar muy atractivo. Cualquiera de ellos resulta espectacular por la energía que crea y el tiempo en que la genera. Son objetos con la física elevada a los extremos”, ha remarcado. Entre los fenómenos anómalos de nuestra temporada es que el sistema del sol está atravesando una región de alta energía llamada por los astrofísicos «Local Fluff» (pelusa galáctica). Al personal de la compañías aéreas se les hacen controles rutinarios de la radiación recibida a lo largo de los vuelos. El Sol, además de luz y calor (radiación infrarroja), emite otras radiaciones como los rayos gamma, los rayos X y los rayos ultravioletas que son dañinos para la vida. En lo que se refiere al origen de los rayos cósmicos, el español ha señalado que las teorías apuntan a elementos muy enormes con un campo magnético muy elevado.
Las auroras boreales son el resultado de la interacción de las partículas con carga eléctrica que son desviadas por la magnetosfera y la atmósfera terrestre. Sus importantes descubrimientos científicos fueron recompensados con varios galardones, entre los que está el Premio Nobel de Física, que compartió con el físico estadounidense Carl David Anderson en 1936. Otros muchos científicos continuaron las investigaciones de Hess, y merced a todos ellos el día de hoy conocemos un tanto mejor una manera de radiación que transporta hasta nuestro mundo información muy importante en relación al universo al que pertenecemos. Poco a poco la Humanidad va estando mucho más cerca de colonizar el Espacio al conocer la radiación galáctica y así poder protegerse de ella e inclusive cultivar alimento en el Espacio, donde el inconveniente más difícil de resolver es el de la radiación que puede producir mutaciones en el ADN celular.
La Radiación Galáctica Viene, Exactamente La Misma Nosotros, De Las Estrellas
Estos se propagan a la velocidad de la luz en un radio de múltiples km, lo que “hace difícil saber cuál era la partícula inicial”, como ha recalcado Enrique Zas. “Tenemos un concepto sobre su composición, pero hay que realizar hipótesis sobre de qué manera se comportan estas partículas a unas energías que son tan elevadas que no podemos recrear. Para determinarlasextrapolamos los datos a energías mayores”, ha añadido. Estudiar la forma de la heliosfera y de qué manera influye en la cantidad de radiación galáctica que penetra en el sistema solar es clave para diseñar misiones exclusivas. La nube de polvo y gas a partir de la que por contracción gravitacional se va formando una estrella va incrementando su temperatura hasta que llega el momento en el que se prende el horno nuclear y comienzan a tener lugar en su núcleo las primeras reacciones de fusión nuclear. Este desarrollo es el que deja a la estrella producir energía y producir elementos mucho más pesados que el hidrógeno y el helio.
Hoy día es Catedrática de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Facultad de Alcalá y Presidenta de la Comisión Mujer y Astronomía de la Sociedad De españa de Astronomía. La astronomía transporta siglos rastreando los cielos para acercarnos a mundos aún por explorar. Se encuentra dentro de las ciencias más antiguas, común a muchas civilizaciones y que pone sus miras en los elementos mucho más distantes del ser humano.
Se trata de energía mucho más de miles y miles de veces mayor a la mayor energía que el hombre es con la capacidad de generar en los aceleradores de partículas como el Gran Colisionador de Hadrones (LHC por sus siglas en inglés) de Ginebra. No obstante, para poder inferir a partir de estas observaciones la dirección y energía del rayo cósmico primario a estas extremadamente altas energías, la atmósfera, que por un lado nos protege de esta radiación, por otra parte contamina las visualizaciones por la presencia de nubes. No obstante, y aquí llega la primera sorpresa, los núcleos atómicos que constituyen los rayos cósmicos se distribuyen de una forma diferente a la materia que nos ofrece forma a nosotros. El hidrógeno y el helio son mucho más rebosantes en nuestro sistema del sol que en los rayos cósmicos, al tiempo que otros elementos mucho más pesados, como el litio, el berilio o el boro, son diez mil veces mucho más rebosantes en la radiación cósmica.
La energía liberada en estas gigantes detonaciones es tal que alcanzan brillar a lo largo de unos segundos mucho más que toda la galaxia de la que forman parte. Los elementos químicos de los que está constituida la materia ordinaria, y, por tanto, también nosotros mismos, se sintetizan en el núcleo de las estrellas. Si os apetece saber con precisión de qué forma se hace este desarrollo podéis preguntar el artículo que dedicamos a la vida de la estrellas, pero ahora nos basta rememorar que cerca del 70% de su masa es hidrógeno, entre el 24 y el 26% es helio, y el 4 al 6% sobrante es una combinación de elementos químicos mucho más pesados que el helio. ¿Existe algún tipo de solución para protegerse de este bombardeo de partículas de cara a los viajes exclusivas de larga duración? Los científicos se encuentran en estos momentos haciendo un trabajo en resoluciones precautorias para llevar a cabo frente a este problema como la creación de compuestos que eliminen los radicales libres y cuiden la transmisión neuronal, “pero son opciones que aún están desarrollandose y deben optimizarse”, aclara Limoli.
Los rayos galácticos son fotones de alta energía y partículas subatómicas aceleradas en nuestra dirección por distantes supernovas y otros eventos violentos en la Vía Láctea. Por lo general, los rayos cósmicos se sostienen a raya por el campo magnético del Sol, que envuelve y protege a todos y cada uno de los planetas del Sistema Del sol. Pero el escudo imantado del Sol se está haciendo más débil en 2017 conforme el período del sol cambia de Máximo a Mínimo Del sol. La instalación de un observatorio espacial de radiación cósmica en la Estación Espacial Internacional (ISS por sus siglas en inglés), a 400 km sobre la área del mundo, nos permitirá apresar los rayos cósmicos, mensajeros del Cosmos violento, a las energías mucho más extremas jamás observadas (EeV-ZeV).
Además de esto, existen estudios que vinculan los rayos galácticos con arritmias cardiacas en la población general. Este investigador, que forma parte al Centro Galego de Física de la Universidad de Santiago de Compostela, ha comentado además que la frecuencia con que se advierten estas partículas galácticas es uniforme en toda la superficie de la Tierra. No obstante, parte de la energía con la que llegan se pierde por el camino, lo que depende del tipo de partícula que sea y de la distancia desde la que viaje. La dosis habitual adecuada a la radiactividad ámbito en la Tierra es de media 2.4 mSv al año, con diferencias apreciables entre países. Estos viajan a enormes velocidades en el espacio, prácticamente a la agilidad de la luz, puesto que la materia en el espacio es poco densa y no enfrenta resistencia. Pero la magnetosfera y la atmósfera de la Tierra sí nos sirven de escudo contra ellos, en tanto que estos rayos alteran las uniones moleculares y tienen la posibilidad de destruir células y alterar el ADN de todos y cada uno de los seres vivos.
Lejos de ser una pura curiosidad científica, comprender mucho más datos sobre los límites de esta zona del espacio es esencial por su función protectora. Más allá de que el campo magnético y la atmósfera terrestres nos resguardan de los rayos galácticos mientras estamos en la Tierra, los astronautas y la tecnología espacial (como naves, satélites y la estación espacial en todo el mundo) solo cuentan con el escudo proporcionado por la heliopausa. Las nubes diluyen los resultados obtenidos, por lo que es crucial la observación de las nubes en el campo de observación del detector espacial para lograr deducir si los datos obtenidos son en cielo claro o bajo la presencia de nubes, de manera especial cirros a altitudes cercanas a los 10 km. Sin una cámara infrarroja que advierta las nubes en el campo de visión del telescopio, los datos de radiación cósmica carecen de fiabilidad. Es por este motivo que toda misión espacial de detección de radiación cósmica precisa una cámara infrarroja biespectral con tecnología y requerimientos espaciales si quiere ser una misión fiable para la detección de esta clase de radiación desde el Espacio.
Los Rayos Galácticos Pueden Provocar Daños Cerebrales A Los Astronautas
De igual forma, las partículas pueden ocasionar tormentas de radiación, presentando riesgos para las naves espaciales en órbita y para los astronautas que las atraviesan en su camino a la Luna o a otros sitios del Sistema Del sol. O sea lo que concluyeron los estudiosos que trabajan en el Observatorio Astronómico Pierre Auger de Argentina. Desde allí, entre enero de 2004 y agosto de 2016, los 27 telescopios y los 1.600 detectores de partículas preparados en unas instalaciones de 3.000 kilómetros cuadrados, han captado una cantidad enorme de rayos cósmicos de ultra alta energía. Los datos fueron analizados por más de 400 estudiosos de 16 países y 95 instituciones internacionales, entre aquéllas que se encuentran la Facultad de Santiago de Compostela, la Facultad de Granada y la Universidad Complutense de La capital de españa. Una sección importante de la radiación que impregna la atmósfera de nuestro planeta procede del sol, que, como todos entendemos, es la estrella más cercana. No obstante, no es en lo más mínimo la única fuente de radiación externa que llega a la Tierra.